lunes, 27 de marzo de 2023 - Webinar

Agriservicios Marzo 2023

Maquinaria puntera al servicio del agricultor

Son el cauce principal para incorporar al sector tecnología y personal cualificado

Las empresas de servicios desarrollan un 50% de las tareas que se ejecutan en el campo cada campaña

FDePaz14/11/2022

Las empresas de servicios aparecieron en la década de los 60 como solución rápida para incorporar al día a día del sector agrario equipos como las cosechadoras, que por su coste y complejidad no podían ser adquiridos por cada agricultor. Desde entonces no han dejado de ganar peso y protagonismo, como camino ágil para incorporar al sector técnicas de vanguardia a costes asumibles y asegurar la disponibilidad de profesionales bien capacitados para optimizar su manejo. Cada revolución tecnológica que llega al campo refuerza su papel, y el proceso actual de digitalización ha encontrado en ellas de nuevo un cauce imprescindible para avanzar en un sector tan complejo y minifundista.

La toma de datos sobre diferentes aspectos de la cosecha o de los cultivos y su gestión posterior es uno de los aspectos en los que empieza a...

La toma de datos sobre diferentes aspectos de la cosecha o de los cultivos y su gestión posterior es uno de los aspectos en los que empieza a desarrollarse una nueva tipología de empresas de servicios en el campo.

Todos los sectores productivos están experimentando en los últimos tiempos una intensa renovación, que se acelera cada año con la incorporación de nuevas herramientas y nuevos sistemas de organización o gestión impulsados fundamentalmente por los avances en la digitalización… Y la agricultura, aunque sea vista todavía desde muchos ámbitos como un colectivo apegado a la costumbre y poco permeable a las innovaciones, está siendo uno de los alumnos aventajados en esa revolución.

El trabajo en el campo es complejo e imprevisible, dada su variabilidad y los múltiples condicionantes externos a los que está sometido, por lo que las oportunidades que ofrecen esas nuevas tecnologías para impulsar la automatización inteligente de tareas y la captura y gestión acelerada de datos que permitan tomar las decisiones adecuadas en las circunstancias cambiantes del clima o del suelo, abren opciones inimaginables hasta hace poco tiempo para convertirlo en una tarea organizada y predecible, más cómoda para los profesionales y menos incierta para los inversores.

Sin embargo, la incorporación de los medios y de la cualificación técnica necesarios para impulsar esta evolución choca con muchos obstáculos, como el tamaño insuficiente de las explotaciones, la edad avanzada de muchos profesionales, o las dificultades para asimilar los conocimientos precisos para optimizar esos recursos.

Por eso, están ganando un protagonismo creciente en el sector las llamadas empresas de servicios, que son un camino ágil para incorporar al campo esas técnicas de vanguardia a costes asumibles y para asegurar la disponibilidad de profesionales bien capacitados que permiten optimizar su manejo. Muchas de ellas se han convertido incluso en pieza clave para asegurar la sostenibilidad de pequeñas y medianas explotaciones, que no tienen capacidad para desarrollar de forma eficiente el conjunto de los trabajos durante la campaña, y que solo con la complementariedad técnica y humana que les garantizan esas empresas pueden seguir funcionando.

Parece claro que este fenómeno de las empresas de servicios es uno de los que con más intensidad está contribuyendo a sentar las bases del nuevo modelo de producción en la agricultura española para los próximos años. Aunque, hasta ahora no se les ha prestado demasiada atención, y el único estudio ‘serio’ sobre su desarrollo que se ha llevado a cabo es un trabajo titulado “ESTUDIO PARA LA CARACTERIZACIÓN DE LAS EMPRESAS DE SERVICIOS DE MAQUINARIA AGRÍCOLA”, realizado en 2006 por un equipo coordinado por la empresa Saborá y encabezado por Alicia Langreo, que ya entonces consideraba que este tipo de empresas se estaban convirtiendo en un actor fundamental del campo español, motor de desarrollo e impulsor de su modernización, y establecía como primera de sus recomendaciones la necesidad de analizar su evolución en profundidad para impulsar y ordenar su expansión.

La recolección de cereal con cosechadoras fue el primer trabajo que empezaron a ofrecer de forma masiva las empresas de servicios en la década de los...

La recolección de cereal con cosechadoras fue el primer trabajo que empezaron a ofrecer de forma masiva las empresas de servicios en la década de los 60.

Más de medio siglo de experiencia

En realidad, las empresas de servicios no son nuevas en la agricultura, y su protagonismo no ha dejado de crecer desde hace más de medio siglo. La renovación técnica que vivió el campo a partir de los años 60 del siglo XX impulsó su aparición como solución rápida para incorporar al día a día del sector equipos que no podía adquirir individualmente cada agricultor, por su alto coste y por la necesidad de acumular horas de trabajo cada campaña que los hiciera rentables. Algo no muy diferente a lo que sucede ahora.

A partir de ahí experimentaron un auge especialmente significativo en la mecanización de las tareas de recolección, sobre todo las del cereal. La circulación de centenares de cosechadoras por las carreteras de toda España ha sido una constante durante todo este tiempo, ofreciendo soluciones a cientos de miles de explotaciones e intentando ordenar un mercado complejo y minifundista dirigido a recolectar más de 5 millones de hectáreas de cereal en poco más de 4 meses, un plazo que después se ha ido ampliando con otros cultivos como el del girasol o el maíz.

Al principio, el trabajo se organizaba de manera individual y con espíritu un poco aventurero, sin muchas previsiones, buscando día a día a los clientes y las salidas para los problemas que iban surgiendo. Aunque se iba haciendo cada vez más patente la necesidad de coordinar tareas y estrategias, y de encontrar soluciones conjuntas a muchos problemas compartidos. Lo que propició, a principios de la década de los 80, la aparición de la Asociación de Máquinas Cosechadoras (AMACO), como agrupación de empresarios que buscaban una vía para defenderse frente a los problemas con Tráfico, para tramitar los permisos especiales de circulación, para buscar mejores condiciones en los repuestos oficiales o en las ofertas de los seguros, ya que prácticamente ninguna compañía quería cubrir este tipo de vehículos, y también para tener un lugar donde poder hablar y compartir impresiones o conocimientos, comenta Diego San Román, coordinador actual de AMACO.

Las empresas de servicios son los principales compradores de maquinaria agrícola en la UE y adquieren todo tipo de equipos automotirces...

Las empresas de servicios son los principales compradores de maquinaria agrícola en la UE y adquieren todo tipo de equipos automotirces, arrastrados o suspendidos, desde tractores a abonadoras...

Los principales compradores de maquinaria

En los más de 50 años transcurridos desde la generalización de las cosechadoras como sistema de recolección de los cereales en España, las empresas de servicios han seguido avanzando, ampliando su parque de maquinaria y diversificando su oferta de trabajos, hasta convertirse en un apoyo fundamental para la producción agraria. Faltan sin embargo datos oficiales sobre esa evolución y no hay ningún censo específico que refleje su desarrollo, que precise los sectores concretos en los que operan o que informe sobre el número real de ellas que operan en cada zona. “Somos bastante invisible para los rectores de la política agraria”, aseguran desde AMACO-ANESA, que reclama una mayor atención de las distintas administraciones para este colectivo. “Queremos que nos traten como a nuestros colegas en Francia, Alemania, Italia u Holanda”, los otros grandes productores agrícolas de la UE, donde se les considera interlocutores directos para analizar la realidad del sector y planificar las estrategias. Allí, las organizaciones de empresas de servicios tienen la misma consideración que las OPAs y se sientan en los órganos consultores de la Administración Agraria. “En España -asegura Diego San Román-, nos conformaríamos con tener alguien que se encargue de nosotros de forma directa en las distintas consejerías y en el Ministerio y que se molestara en consultarnos antes de poner en marcha las normas que nos afectan”.

En el caso de España, el estudio realizado por Saborá asegura que la externalización de un número creciente de tareas agrarias está propiciando por un lado la reorganización del trabajo agrario y de la propia estructura empresarial y por otro el surgimiento de un colectivo pujante de empresas de servicios a la agricultura, llamadas a jugar un papel cada vez más importante. No se hace, sin embargo, ninguna estimación sobre el número de las que pueden operar en España. Como referencia, se apunta que, en el Congreso Europea de Empresas de Servicios, celebrado en la SIMA de París del año 2000, se calculó que en aquellos momentos había en Europa 60.800 empresas de este tipo, colocando a Francia e Italia en cabeza con unas 20.000 en cada país, seguidos de el Reino Unido y Alemania, con unas 6.500 cada uno. Nada se decía de España. La única referencia que se ha podido encontrar es la del Institut Agrícola de Cataluña, que publicó un trabajo en 2012 en la revista La Drecera en el que estimaban que había unas 250 empresas de servicios agrícolas en activo en Cataluña y unas 2.500 en el conjunto de España.

Las estimaciones más actuales de la CEETTAR (Confederación Europea de Contratistas Agrícolas, Rurales y Forestales) para el conjunto de la Unión Europea -que consideran extrapolables también a España- calculan que, teniendo en cuenta las cifras recogidas en la Encuesta Europea de Estructura Agrícola, hay 150.000 contratistas agrícolas, rurales y/o forestales en activo dentro del territorio de la UE, que dan trabajo a unos 600.000 empleados directos. Es decir, que en las dos últimas décadas, como mínimo, se habrían duplicado las estimaciones del congreso de la SIMA.

Desde la CEETTAR también consideran que alrededor del 50% de las tareas que se ejecutan en estos momentos en el sector agrario y forestal a lo largo de una campaña son realizadas por empresas de servicios, que son además el actor principal en el mercado de la maquinaria agrícola, donde adquieren casi una cuarta parte de todos los equipos que se venden, aparte de adquirir otros muchos inputs. En concreto, según sus estudios, invierten alrededor de 6.000 millones de euros al año, siendo los principales impulsores para la introducción de tecnologías como la agricultura de precisión o las herramientas de agricultura 4.0.

La recolección sigue siendo la tarea central de la mayoría de las empresas de servicios...

La recolección sigue siendo la tarea central de la mayoría de las empresas de servicios, aunque se ha ampliado a otros cultivos como el olivo y con equipos más sofisticados.

La recolección es el eje central de su actividad

El catálogo de actividades que ofertan las empresas de servicios se ha ido ampliando y diversificando a lo largo de los años, con el propósito de dar respuesta a las necesidades de los clientes y de asegurarse una ocupación plena, que permita reforzar su viabilidad empresarial y dar continuidad a una plantilla estable y profesionalizada, asegura Diego San Roman de AMACO-ANESA.

Su trabajo ha ido abarcando prácticamente todas las tareas mecánicas que se realizan en las explotaciones: nivelación, laboreo, poda, siembra o plantación, abonado, fumigación, recolección… y últimamente servicios de alto valor más ligados a la gestión de información y a la agricultura digital. Aunque, la tarea central para la mayoría de ellas sigue siendo la recolección, pero con una perspectiva cada día más amplia y mejor organizada, en la que se abarca cada vez un mayor número de cultivos: cereal, algodón, girasol, patata, tomate y otras hortalizas, frutales, almendro y otros frutos secos, vendimia, aceituna, remolacha…, que permite establecer un calendario de trabajo para casi todo el año, ligando las diferentes campañas en cada una de las zonas.

La tipología de las empresas también se ha ido modificando y diversificando en todo ese tiempo, dejando atrás aquellos maquileros autónomos que recorrían media España durante meses con sus máquinas buscando siega y que llevaban en su cabeza las cuentas, los trabajos y la lista de clientes, para dar paso a estructuras mejor organizadas, con instalaciones, con parques de maquinaria más amplios y con equipos humanos más profesionalizados y diversificados. Muchos fabricantes de maquinaria -o sus concesionarios-, muchas sociedades del mundo digital, o grupos relacionados con el regadío a la sanidad vegetal, e incluso muchas empresas agroalimentarias que adquieren los productos de los agricultores, por poner solo algunos ejemplos, han creado divisiones que ponen en marcha empresas de servicios desde las que van organizando de una forma diferente las relaciones con sus clientes-proveedores.

De cara al futuro a corto y medio plazo, ese catálogo de actividades y servicios va a seguir cambiando de forma significativa, y va a dar pie sin duda a una tipología de empresas más amplia, con nuevos actores que llegarán desde otros sectores económicos a ofrecer su especialización para cubrir nuevas necesidades de las explotaciones. Las tareas mecanizadas seguirán siendo la parte más importante de esos trabajos en los próximos años, pero irá en aumento el apoyo para la gestión integral o parcial de las explotaciones de muchos agricultores por el progresivo envejecimiento de la población activa, por la creciente complejidad tecnológica de muchas funciones, o por la delegación que muchos titulares van a ir haciendo a las empresas agroalimentarias que les contratan y compran la producción, que van ejerciendo cada día una mayor tutela del trabajo en el campo para asegurarse el respeto a sus protocolos de calidad y garantizar la trazabilidad de todo el proceso de producción. Fenómenos como los de la integración ganadera van a ser cada día más habituales en la producción agrícola, y para la ejecución de muchas tareas las corporaciones agroalimentarias van a constituir sus empresas de servicios o a subcontratar una parte de los trabajos con las empresas que ya operan en ese mercado, estén ligadas al sector agrario o provengan de otros ámbitos de actividad.

Las aportaciones de estas empresas el sector agrícola, recuerdan desde el Institut Agrícola de Cataluña, no están solo en la realización física de un trabajo concreto que el agricultor pueda necesitar en un momento determinado, sino que suponen otros beneficios que las hacen más importantes para la buena marcha del sistema de producción agraria en el presente y en el futuro, como:

+Profesionalización de las tareas agrícolas y garantía de un puesto de trabajo estable para muchos profesionales técnicos, con condiciones laborales más cercanas a las de la industria y los servicios, frente a la inestabilidad y temporalidad de las agrarias.

+Especialización en tareas concretas.

+Aportación de nuevas tecnologías.

+Servicio rápido y de calidad para asumir nuevas obligaciones que van surgiendo en los cambios legislativos, relacionados muchas veces con políticas medioambientales o de seguridad alimentaria.

+Precios competitivos en los trabajos agrícolas.

+Ahorro de inversiones en maquinaria, ya que no es necesario que la explotación disponga de maquinaria ni que haga grandes inversiones en ella que después no podrá amortizar.

+Constituir una fuente complementaria de ingresos para titulares de explotaciones agrarias fuera de la misma.

+Una nueva forma de avanzar hacia la multifuncionalidad de las explotaciones, que favorece la innovación y la tecnificación del sector agrario.

El abonado de precisión con equipos de alta tecnología es una de las actividades que muchas empresas de servicios empiezan a prestar a sus clientes...

El abonado de precisión con equipos de alta tecnología es una de las actividades que muchas empresas de servicios empiezan a prestar a sus clientes.

Retos y dificultades

Todo ese desarrollo, del que se han derivado muchos efectos positivos, plantea también una serie de retos y dificultades que abren importantes incógnitas para muchas empresas de servicios agrarios clásicas, de las que vienen operando en el sector desde hace años, que están comprometiendo incluso su viabilidad futura, según Diego San Román, coordinador de AMACO-ANESA.

Algunas están desapareciendo por un simple problema generacional, ante la falta de relevo para quienes las promovieron hace 40 o 50 años, un panorama que es común con el de muchas explotaciones agrícolas, en las que la continuidad de los titulares resulta cada día más difícil de garantizar. El trabajo que implican no siempre resulta atractivo para mucha gente joven, asegura San Román. De hecho, los problemas de mano de obra y las dificultades para encontrar personal con el que formar una plantilla fija y cualificada son una dificultad a la que se enfrenta día a día casi todas las empresas. En España, aseguran desde AMACO-ANESA, no hay una formación reglada en la FP que prepare trabajadores cualificados para estos puestos, como si sucede en otros países europeos, con Alemania como mejor ejemplo. Y sería bueno que desde las administraciones públicas tomarán conciencia de esa necesidad para empezar a resolverla antes de que sea demasiado tarde, resalta el coordinador de la asociación.

Otro de los problemas importantes que se plantean es el relacionado con la gestión y renovación del parque de maquinaria, que está envejeciendo por las dificultades para reponerlo e innovarlo, sobre todo los equipos de recolección. Los costes de una máquina nueva -apunta San Román- se han disparado, pasando en el caso de las cosechadoras de cereal, en apenas una década, desde 250.000 a casi 400.000 euros. Y en el caso de España esa inversión es difícil de amortizar, dado el volumen de horas de cada campaña y los bajos precios que se cobran por los trabajos, lo que lleva a muchas empresas a acudir al mercado de segunda mano, adquiriendo equipos que se desechan en otros países del norte de Europa, donde la tarea anual de cada máquina es mayor y los precios por hectárea trabajada duplican o triplican a los de España.

A esa desestabilización del mercado contribuyen diversos factores, pero uno de los más graves -señalan desde AMACO-ANESA- es el frecuente intrusismo que muchos agricultores realizan en este mercado de los servicios agrarios, al realizar las tareas de sus vecinos en condiciones de dudosa legalidad desde el punto de vista fiscal o laboral. Muchas de las empresas de servicios actuales -señala Diego San Roman- son agricultores ‘evolucionados’, que han ido buscado trabajo en las explotaciones de los vecinos para rentabilizar sus inversiones en maquinaria, y han llegado a convertir esas tareas en su actividad principal, dejando incluso el trabajo en su propia explotación. Pero, en esos casos, los servicios agrícolas hay que prestarlos de manera independiente, creando una empresa específica para ello y no confundiéndolos o mezclándolos con los de la explotación propia.

Entre las medidas que desde esta asociación se reclaman para asegurar la adaptación de este tipo de empresas a los retos del sector agrario, se concretan las siguientes:

-Aumentar la interlocución del sector y de las administraciones con sus representantes.

-Acceso a programas de formación de personal específicos y especializados.

-Establecer ayudas para innovación tecnológica y adquisición de maquinaria, similares a las que tienen los propios agricultores, concretamente en líneas como el Plan Renove.

-Adecuación de su actividad a la realidad económica de la agricultura, en cuanto a costes y precios.

-Mejorar los canales de relación con el cliente y reforzar su capacidad de dirección de las tareas que se ejecutan, porque muchas veces el servicio se presta bajo las instrucciones de los propietarios o de técnicos contratados por el propietario, que desconocen la complejidad real de las tareas.

-Ante la creciente complejidad que supone la gestión de los datos que van tomando las máquinas, es necesario clarificar mejor la titularidad de los mismos, qué datos pertenecen a la propia empresa fabricante, qué datos son de la empresa que realiza los trabajos, o qué datos son titularidad de la explotación de contrata.

Los equipos agrícolas que utilizan las empresas de servicios son cada día más sofisticados y caros...

Los equipos agrícolas que utilizan las empresas de servicios son cada día más sofisticados y caros, por lo que demandan líneas de apoyo públicas que les ayuden a renovarlos.

AMACO-ANESA ES LA PRINCIPAL AGRUPACIÓN DE EMPRESAS DE SERVICIOS AGRÍCOLAS EN ESPAÑA

  • Se constituyó en 1982 como agrupación de empresas de máquinas cosechadoras AMACO, y a partir del año 2003, ante el desarrollo de los trabajos de los socios en otros muchos sectores y actividades, modificó los estatutos e incluyo la denominación de Asociación Nacional de Empresas de Servicios Agrícola, quedando el actual AMACO-ANESA
  • Desde 2013 AMACO-ANESA es miembro de pleno derecho de la CEETTAR – Confederación Europea de asociaciones de contratistas de maquinaria ,con sede en Bruselas y formado por prácticamente la totalidad de paises europeos.
  • Su sede está en Sevilla, pero opera en todo el territorio nacional. Tiene diversas agrupaciones provinciales en diferentes zonas.
  • Cuenta en estos momentos con 250 asociados, que trabajan en todos los sectores agrícolas prestando un amplio abanico de servicios, sobre todo de mecanización de tareas.
  • Los servicios que la asociación presta a las empresas integradas son básicamente, los relacionados con las autorizaciones para cosechadoras, la tramitación del Impuesto Especial de Hidrocarburos, los seguros relacionados con la actividad profesional, Asesoramiento jurídico, fiscal y laboral, la información y tramitación de ayudas o subvenciones…
  • Se puede contactar con ellos en:

AMACO-ANESA. Calle Benito Mas y Prat, 5. Planta 1 Oficina 7. C.P. 41005 Sevilla
Tel. 954 583 897 - Fax 954 581 700 / amaco-anesa@hotmail.com

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