Aprovechar todo el potencial de las tecnologías digitales es uno de los grandes desafíos de la actividad agrícola en los próximos años
La revolución digital en la agricultura hará más segura la toma de decisiones
Los desarrollos tecnológicos que se están implementando en la agricultura de todo el mundo, ofrecen la posibilidad de optimizar cada vez más la aplicación de insumos y elevar el potencial productivo de los cultivos.
Recientemente, Bernard Ader, vice-presidente de la COGECA, aseguraba que "en 2020, se estimó que los agricultores usarían 75 millones de dispositivos conectados. Ya pasó el momento de debatir acerca de la magnitud de esta revolución, porque sabemos que será de gran envergadura y cambiará profundamente nuestro trabajo diario".
Martin Kropff, director general del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), confirma que “en muchos países, los agricultores están utilizando datos para conocer las tendencias del mercado y las predicciones meteorológicas”. En México, el CIMMYT, en colaboración con empresas del sector, han desarrollado una aplicación que ofrece recomendaciones personalizadas para ayudar a los agricultores ante los desafíos de la producción de cultivos de manera sostenible. La aplicación AgroTutor ofrece a los agricultores información gratuita sobre el potencial de rendimiento histórico, puntos de referencia locales, prácticas agrícolas recomendadas, pronóstico de precios de productos básicos y otros datos de interés.
Las nuevas tecnologías ocupan ya un lugar destacado en la gestión de las explotaciones agrícolas.
La revolución digital utiliza tres elementos transformadores
El primero es el sensor. Hay una multitud de ellos, la mayoría de los cuales recogen una señal eléctrica. En general, no están desarrollados para el sector agrícola. La agricultura se beneficia especialmente de los sensores desarrollados para el automóvil y, de hecho, reutiliza tecnologías que ya se han amortizado en gran medida.
El segundo elemento transformador es la potencia de cálculo. Se producen muchos datos, así que tenemos que ser capaces de procesarlos. Esto incluye también el tipo de software utilizado, desarrollado para ser integrado o no en las máquinas, y lo que se ha denominado como deep learning o aprendizaje profundo, es decir, la capacidad de procesar volúmenes de datos muy grandes.
El tercer elemento que introduce una transformación muy amplia es la capacidad de comunicarse a distancias relativamente largas. El hecho de que haya cobertura 3G, 4G y pronto 5G en todos los territorios y zonas productivas, permite una comunicación de muy alta velocidad en cualquier parte.
La revolución está en marcha pero, ¿hasta dónde?
Según Christian Huygue, "la transición digital no tiene por qué suponer para los agricultores una gran reducción del tiempo de trabajo, aunque haya automatización". Sobre todo, debe permitir asegurar la toma de decisiones, a través de una información más precisa y más localizada. Los agricultores, como todos los agentes económicos, tienen aversión al riesgo. Una de las formas de mitigarlo es aumentar la información. Esta información puede ser proporcionada por todas las fuentes posibles. Al reducir la aversión al riesgo, se reduce la carga mental de los agricultores. La transición digital debería ayudar al sector agrícola facilitando unas condiciones de trabajo potencialmente diferentes y un menor estrés laboral.
Como todas las revoluciones, es posible determinar dónde empieza pero no cuándo termina. Cuantas más personas haya para impulsar esta transformación, más visiones a largo plazo podrán desarrollarse y, por tanto, más fácil será dirigir el punto final.
"Los agricultores, las organizaciones profesionales agrarias y toda la cadena de valor pueden construir un futuro que satisfaga las necesidades de competitividad, productividad, sostenibilidad medioambiental y social, ya que el objetivo último de la agricultura es satisfacer las necesidades de los consumidores", concluye Huygue.